
Educando en normas y límites
Por Jesús Hurtado
A toda familia que emprende la aventura de educar a sus hijos ha tenido tarde o temprano la ya típica conversación de las normas y los límites.
Conforme pasan los años con nuestros hijos, vamos desarrollando un perfil predominante de crianza; aquellos que confían en las normas rígidas, el obedecer sin rechistar, el “porque yo lo digo y punto” y el poco diálogo, entrarían en el Perfil Autoritario. Por otro lado, los que no ponen normas claras a sus hijos, dejan hacer de forma permisiva, ceden a los caprichos de forma sistemática y no fomentan responsabilidades en los más pequeños, progresivamente se van ajustando a un Perfil Permisivo. En el término medio estarían los padres con un Perfil Democrático, que se caracterizan por ser comunicativos y afectuosos con sus hijos, fomentan normas y responsabilidades familiares dejando hacer a los hijos aquellas tareas para las que ya están preparados y son ejemplo de equilibrio emocional para sus hijos.
Hemos de decir que no se trata de ajustar a cada padre en un perfil, sino que todos podemos tener conductas derivadas de cada uno de los perfiles, predominando uno sobre los otros dos.
Aprovechando este tema, hoy os dejamos algunas “semillas” de información en forma de consejo para que podáis continuar abonando las “flores de la crianza”:
¿Para qué sirven los límites y las normas?
Conocer los límites organiza la realidad de los niños y les da sentido. Un mundo ordenado y lógico les transmite seguridad en sí mismos e influye en el desarrollo de su autoimagen y autoestima.
Seamos consecuentes y no montañas rusas
Siguiendo el anterior razonamiento. Un hogar con normas cambiantes o que no se suelen seguir ofrecen una visión de la realidad no ordenada. Esto hace dudar a los pequeños, que se encuentran en situaciones que no comprenden o cuyo desenlace hoy posiblemente será diferente al de ayer.
Crear hábitos es crear seguridad
Por todo esto, repetir las rutinas, las normas que ponemos en el hogar, será construir un entorno comprensible en el que cada vez será más fácil actuar, donde poco a poco se tendrá un papel más activo. Los niños se reconocerán importantes y relevantes en el “equipo familiar”.
Conversemos y argumentemos, pero con límite de tiempo
En ocasiones los niños no estarán de acuerdo con las normas. Son buenos momentos para razonar, siempre de forma ajustada a la edad y nunca cayendo en discusiones sin fin que se reproducen en bucle. Una vez se ha transmitido el mensaje de forma tranquila y afectuosa, es el momento de pasar a otra cosa.
Para no sentir que somos la Doctora y el Doctor No
No pocas veces sentimos que nos pasamos el día diciéndoles que no a todo. Es como estar constantemente diciéndoles “No pienses en un coche rojo”, la idea no se va de la cabeza. En lugar de esto, podemos centrar su atención en como sí puede mejorar aquello que no ha hecho bien, por ejemplo: En vez de – ¡No llenes tanto el vaso que se te sale el agua!- podemos decir: – Prueba a llenar el vaso solo por la mitad, así, ¿ves? Así nunca se cae.
Los problemas de ceder
Ceder es romper lo que consideran los niños como normal, y si se produce de forma continuada les crea mucha confusión. Pero ¡ojo!, esto no quiere decir que nunca haya que ceder. Cuando los niños entienden perfectamente las normas y las siguen de forma efectiva, en alguna ocasión puede haber un cambio de planes o se pueden hacer excepciones. Todo esto, si no afecta a la normalidad de los hábitos, se entiende como Educar en la Flexibilidad.
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