Por Jesús Hurtado

Es un hecho que la tecnología ha ido comiendo terreno hasta convertirse en un elemento presente, dominante e imprescindible en nuestras vidas. De uno u otro modo, las pantallas de cualquier dispositivo ya son un apéndice más del ser humano y hoy en día casi es más fácil ver a alguien caminar por la calle sumergido en su móvil que pendiente de lo que sucede delante él.
Pero los niños siguen siendo niños, y su principal prioridad, jugar, elemento indispensable para todo aprendizaje y crecimiento intelectual que se precie, hoy en día vive seducida constantemente por lo digital, y entre los juegos digitales, los videojuegos, el famoso y mundialmente exitoso Fortnite, ocupa los primeros puestos de todos los rankings.
No podemos negar los beneficios del mundo digital: la rapidez de acceso a la información, la facilidad que aporta a la comunicación entre personas, la multitud de estimulación que puede proporcionar al ser humano o la capacidad de infinidad de funciones de entretenimiento a solamente un click. Todas ellas en su justa medida nos facilitan la vida, pero todos sabemos que en exceso desequilibran la balanza de lo saludable y son capaces de causar grandes problemas emocionales, personales o sociales a mayores y pequeños.
El juego Fortnite es un ejemplo de esto que hablamos. El juego trata de lanzarte junto con otros 99 jugadores desde un autobús volador a una isla imaginaria con el objetivo de ser el último jugador en pie. La diversión está servida y el entretenimiento asegurado, pero la exposición descontrolada a estos juegos nos deja casos en España y el resto del mundo en los que se ven jóvenes que llegan a hacerse sus necesidades encima hasta ingresos reales de jugadores en clínicas de adicción. En numerosos casos se pueden desencadenar episodios de agresividad de los jugadores con sus familiares más cercanos, una lógica disminución del tiempo de ejercicio físico, contacto con la naturaleza, relaciones sociales de tú a tú o un descenso del rendimiento académico.
Por todo esto, si vuestros hijos tienen contacto con los videojuegos, no tiene porqué existir ningún tipo de problema siempre y cuando supervisemos su actividad lúdica y garanticemos que se equilibran todas las necesidades que por edad son requeridas.

A continuación, os dejamos algunos sencillos consejos que os pueden venir bien:

COMUNICACIÓN
Invertid tiempo en hablar personalmente con vuestros hijos. Una comunicación de calidad se consigue con intentos continuados, sin interferencias, cara a cara, en ambientes y momentos de tranquilidad y con una actitud positiva. Escuchemos sus inquietudes y necesidades y podremos guiarlos y asesorarlos con mayor facilidad.

PAUTAR TIEMPO PARA TODO
Equilibremos el tiempo que destinan a cada actividad. Garanticemos su tiempo de descanso, trabajo académico, tiempo familiar de calidad, juego y a relacionarse con amigos. Teniendo esto asegurado podremos pautar momentos en la semana para jugar a los videojuegos. Recordemos que no es lo mismo una hora de exposición a la pantalla de un adulto que la de un niño.

ADELANTAR EL FINAL
Indiquemos que el tiempo de juego está a punto de terminar con antelación. Esto aportará información a nuestros hijos en esos momentos de entusiasmo y reducirá su enfado en aquellas situaciones en que se vean obligados a terminar la partida.

SOMOS MODELO
Las horas que pasamos los adultos delante de la televisión, el teléfono móvil o el ordenador, son estímulo y ejemplo para nuestros hijos. Seamos ejemplo de una vida saludable y activa. Leamos libros, practiquemos algo de deporte y realicemos actividades al aire libre y en familia. Transmitimos más por lo que somos y hacemos que por lo que podamos decir.

Departamento de Orientación