Por Jesús Hurtado

INTRODUCCION A LAS HABILIDADES SOCIALES
Uno de los temas que más nos preocupa a familias y educadores es que nuestros hijos y alumnos tengan unas sanas relaciones de amistad basadas en el respeto. El centro educativo es un reflejo de la sociedad a pequeña escala y todos tenemos la esperanza de que nuestros alumnos aprendan a relacionarse los unos con los otros de un modo respetuoso y constructivo. Hoy en día los jóvenes viven en un entorno con muchos estímulos en el que sobran prisas y a veces falta la calma y tranquilidad necesarias para “cocinar” a fuego lento unas sólidas relaciones sociales. Pero ¿Cómo podemos favorecer que los jóvenes desarrollen sanamente unas buenas habilidades sociales? A pesar de que no existen recetas exactas, sí podemos aumentar las posibilidades de que esto ocurra. Veamos algunas claves:

LO PRIMERO, NUESTRO EJEMPLO
Se repite a lo largo de todo artículo sobre educación. La imagen que proyectamos sobre nuestros hijos y alumnos, el modo en que nos comportamos con los demás, lo sensibles que nos mostramos ante las necesidades de aquellos que no pasan por un buen momento, nuestra paciencia, nuestro interés por saber de la vida de los demás o la actitud con la que abordamos situaciones sociales, no les pasa desapercibida a los más pequeños. Somos el espejo donde se miran y aprenderán más por lo que hagamos que por lo que digamos.

PREPARAR A LOS NIÑOS DESDE PEQUEÑOS
Nunca es demasiado pronto para favorecer que los niños compartan tiempo con los demás. Animarles a compartir sus juguetes, ayudarles a ponerse en el lugar del otro cuando más les cuesta. Actuar de forma solidaria con ellos. Aportarles pautas para resolver conflictos. Dejar que sean ellos los que experimenten la vida en sociedad desde pequeños, sin guiones, les abrirá puertas y les ayudará a desarrollar su competencia social.

LOS CONFLICTOS NO SON MALOS
Nadie aprende habilidades sociales de forma gratuita, sin enfadarse ni entrar en disputa con el prójimo. Es normal e incluso saludable que se den diferencias entre los niños. Es una oportunidad de oro para el aprendizaje. Podemos ayudarles a resolver las situaciones de forma dialogada, aprender a escuchar, a ceder, a pactar y a perdonar. Es el reflejo de la vida adulta que les espera y es conveniente llegar preparados.

UNA BUENA COMUNICACIÓN
Dar valor a una comunicación sana y fluida en el cole y en casa favorece el desarrollo de las habilidades sociales. Sentirse escuchados y que aquello que dicen tiene relevancia les ayuda a construir un buen autoconcepto de ellos mismos, clave para relacionarse con los demás. Las conversaciones tranquilas y de calidad cada vez cuestan más. No se trata de hablarles mucho, sino de que la comunicación viaje en los dos sentidos de igual forma. Necesitamos más tiempo de calidad, de concentrarnos en ellos y tener conversaciones sanas, divertidas y fluidas. El juego ayudará enormemente.

UNA BUENA AUTOESTIMA
Como ya hemos comentado, cuando los niños se sienten valorados y útiles, su autoestima se refuerza. Esto les ayuda a ser individuos más sociales. Démosles responsabilidades acordes a su edad. Que aporten y ayuden en casa y en el centro. Si se sienten parte importante, se sentirán seguros ante cualquier situación con otras personas. Si les facilitemos excesivamente la vida, podemos estar construyendo dificultades para el futuro.

ASERTIVIDAD
Aprender a ser consecuentes con lo que se piensa y posteriormente se hace es uno de los mayores logros de la educación. Expresar sus sentimientos e ideas con total libertad y respeto les hará personas libres con las que será fácil relacionarse.

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Cuando surgen los conflictos es decisivo tener herramientas para deshacer los “nudos” que se crean. Mediar en discusiones, aportar soluciones, dejar hablar a los demás, comprenderles, expresar sus propios sentimientos y poder llegar a un acuerdo, disculpándose por lo que han hecho mal. Todas estas iniciativas suelen ser difíciles según edades y personalidades. Pero con tiempo y entrenamiento se convierte en un hábito más.